martes, 8 de junio de 2010

Dolor III


Y es en el momento que hacemos nuestro el dolor, que lo vivimos desde lo más profundo de nuestra alma, que dejamos que nos inunde totalmente, cuando empezamos a aceptarlo es cuando podemos empezar a superarlo.

Esta aceptación no implica que nos revolquemos en el dolor, implica ser consciente de que esa situación que estamos viviendo, nos produce un dolor inmenso, que tenemos que vivir, conocer y trabajar. Trabajar como? preguntareis, pues desde  lo más profundo de nuestro corazón, reconociendo que esto que nos esta pasando, la muerte de un ser querido, la separación de un  compañero de vida, nos duele, porque somos personas amorosas que amamos a los demás, especialmente a los que nos rodean y que deseamos tenerlos siempre cercanos fisicamente, pero que los queremos tanto que les dejamos realizar su propio camino, su propia vida, aunque esto implique una separación. Dándoles las gracias por todo el tiempo que estuvieron a nuestro lado y todo lo que aprendimos con ellos. Y dejando que salgan todas las lágrimas que nuestro corazón necesite para limpiar esa herida. Pero eso sí, sin usar la mente para buscar argumentos que mantengan el dolor enganchado a nosotros, solo sintiendo tanto el dolor como el amor que sentimos ante este hecho que nos sucede, desde el corazón, viviéndolo.

Y en ese momento notamos como empieza a perder intensidad ese dolor, nos puede quedar la añoranza, el recuerdo, de esas personas, pero será desde los hechos que vivimos juntos y que nos sirvieron para crecer.

Gracias por estar aqui


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